sábado, 29 de junio de 2013

Memorias de la piel (Tokio)


De día, (uno de los muchos) Tokio = millones de cubitos de hielo moviéndose juntos, muy juntos por la cinta transportadora - o "me-te-ro"- en absoluta soledad.
De noche, (uno de los muchos) Tokio = esos cubitos de hielo derritiéndose en abrazos maratonianos, ávidos de compañía.

Placeres mínimos XIX


Abrazar pirómanamente.
Abrazar sorbiendo soledades, emborrachando pieles, entregándome toda.
Abrazar sólidamente, construyendo confianzas y amistades.
Abrazar abriéndome, dejándome hacer, dejándome beber, dejándome decir.
Abrazar cerrándome, para que la poesía de Pizarnik me duela menos, menos me duelan sus manos azules apretándome la garganta, su boca oscura mordiéndome el corazón, sus puños lilas violentándome.

domingo, 23 de junio de 2013

Despertar en casas ajenas


Es fascinante la idea de mudarse a otras casas, suplantar la identidad de desconocidos, vestirse con sus ropas, dormir en sus camas, abrir su nevera, leer sus libros...

Se pueden seguir los pasos del protagonista de la espectacular Hierro 3, pero facilita las cosas permitir que los demás hagan lo mismo en la nuestra, como proponen las webs de intercambio que recopila Yorokobu en este artículo:

Happy Hamlet
Craigslist 
Knok
My Twin Place
Intercambio Casas
Home for Home
Home Xchange Vacation
IntercambioDeCasa

Aún así, nada como quedarse en casa de amigos (y recibirlos en la tuya)
o, para vivir aventuras, complicidades, amores y pesadillas, couchsurfear.

Pizarnik, hija del viento


(Olmos elogia "Incendiario", libro de poemas de Bárbara Butragueño imposible de encontrar a este lado del charco, pero a su "todo muy inmejorablemente Alejandra (Pizarnik)" debo el descenso al infierno de esta gran poeta argentina en el que me consumo desde hace noches)

Pido el silencio/mi historia es larga y triste como la cabellera de Ofelia

Era azul como su mano en el instante de su muerte. Era su mano crispada, era el último orgasmo. Era su pija* parada** como un pájaro que está por llover, parada para recibirla a ella, la muerte, la amante (o no).

Quisiera hablar de la vida./Pues esto es la vida,/ este aullido, este clavarse las uñas/en el pecho, este arrancarse/la cabellera a puñados/este escupirse

Sin ti/el sol cae como un muerto abandonado

Un adiós es tu vida./ Pero tú te abrazas/como la serpiente loca de movimiento/que sólo se halla a sí misma/porque no hay nadie.

Me alimento de música y de agua negra. Soy tu niña calcinada por un sueño implacable.




*pija=polla
**parada=erecta


La foto es de Vagina bubbles from hell

Ave migratoria

Buenos Aires. 7.20 horas. 2,8 grados.

Arrastrada
entre pies acelerados,
cabezas gachas,
manos en los bolsillos,
bocas tras las bufandas,

sonrío

soñándome golondrina
rumbo a latitudes más cálidas.

Juegos de prospectiva

"La revista que más se vendió el mes pasado en Argentina fue 'Tortas', señores, 'Tortas', 900.000 ejemplares. ¿Qué puede significar eso? ¿Puede ser que está creciendo la cantidad de gente que necesita hacer tortas, pasteles, muffins para ayudar a su familia a llegar a final de mes?", lanza en voz alta Claudia Acuña, mujeraza de coco y ovarios impresionantes, cabeza visible de la cooperativa de comunicación La Vaca, entre otras muchas cosas.

"En los últimos meses se acercan más personas al basural, está aumentando el 'cirujeo' (buscar en la basura comida, cobre, hierro, cables, cartones, vidrio y lo que se tercie)", explica Lalo Peret, niño 'ciruja' desde los ocho años -como sus padres, como sus abuelos-, adolescente obrero cooperativista, adulto formador/mediador en la cárcel contigua al basural de José León Suárez, el más grande de la periferia de Buenos Aires, donde cada tarde más de mil personas se lanzan a una carrera contra el hambre.

"Ha sido un verano malísimo. Las noches han sido flojísimas en el restaurante", se lamenta Carla, amiga copropietaria de La Siesta, garito pionero en la comida verde y sana del barrio porteño de Villa Ortúzar.

lunes, 17 de junio de 2013

Estany de Vilaüt

L'Empordà no pot entendre's sense la tramontana,

que inclina pins fins arran de terra,
seca tots els paisatges que toca,
s'emporta lluny les paraules 
i obliga a refugiar-se
per no embogir...

un d'aquests refugis és l'aguait de l'estany de Vilaüt,
un silenciós i desert amagatall de fusta
on les hores passen lentament 
observant i escoltant
fotges, ànecs de coll verd, arpelles, bernats pescaires i gavines, entre molts altres ocells que donen vida als increibes aiguamolls de l'Empordà.


La pau d'aquella tarda de vacances, compartida amb el meu germà, torna ara en mig de la bogeria de Buenos Aires.

domingo, 16 de junio de 2013

La tormenta perfecta


El deseo aplazado de rayos, truenos y Ricardo torrencial reapareció -con más fuerza aún- bajo la ducha matutina y fue fermentando entre idas y venidas por Madrid, hasta estallarme en los morros de noche en el japo de Echegaray.

De ahí a su casa sólo recuerdo cómo sus besos caricias miradas susurros agarrones tironesdepelo me iban empapando el coño -sin bragas bajo el vestido blanco-, mojándome también los muslos, erizándome la piel, fulminándome de deseo mientras esperábamos un metro que no llegaba,

y después, en su cama ya, con dos gintonics casi sin probar, penetrada por todos lados, doblepenetrada al unísono con su polla y sus juguetes, enloqueciendo de placer en sucesivas oleadas, mirada, deseada, salvaje, incapaz de dormir, de detenerme, de decir que no a nada, de no volver a traspasar las paredes con gemidos al correrme unaaaaaahahhh vez síiiiiiiii máaaaaaaaaaaaas...

dejándome arrastrar por la furia de una tormenta perfecta,
que en las horas siguientes arrasó también el salón y amenazó con romper la impresora 3D casi lista, los botellines de la futura Txomin y toda caja con cachivaches que encontró a su paso.

En algún momento logramos quedarnos dormidos para volver a buscarnos poco después, chuparnos, follar, gritar, desayunar, follar más, sin dar crédito a cómo las agujas del reloj avanzaban a semejante velocidad, corriendo tarde a citas varias y reencontrándonos a medianoche para volver a abalanzarme sobre él, él sobre mí, llenar de besos la ensalada, sentir su mano caliente en mis muslos aceleradamente desnudos, resbalar juntos por el sofá, reír y gozar más allá de todos los límites posibles...

Desperté en la oscuridad, con el cuerpo resucitado y muerto a la vez,  atravesado por el dolor y el placer, y fue imposible no empezar a lamerle, violarle aún medio dormido y seguir, ya más despiertos, apurando hasta el último sorbo, antes de correr a la estación de autobuses y despedirnos como tontos en el andén.

Primeros rayos

Un tirón de pelo.
Segundos nomás. Ni demasiado fuerte, ni demasiado suave, sino con la intensidad precisa para provocarme una descarga eléctrica y arrancarme un ahogado gemido de placer. ¿Pero cómo coño sabe...?
Superada la sorpresa, mis neuronas volvieron a registrar la cumbia, las caderas a bambolearse entre ocho manos, la boca a enroscarse con otras al ritmo del casette... durante tiempo suficiente para quizás dudar si me lo había inventado... y sentir entonces cómo sus dedos volvían a cerrarse sobre mis rizos y una segunda descarga eléctrica me dejaba muy claro que no. Desnúdame y fóllame ya. Pero ya. Yaaaa.

Siguió la música, los roces, los besos compartidos, mientras mi coco retrocedía a la calle para rescatar el primer rayo, la primera señal de la tormenta que se avecinaba: su mirada, clavada en mí, desordenándome ya sin haberme tocado aún.

...

A veces, hasta un cielo mordoriano se queda de pronto sin nubes, más aún en primavera, y algo así pasó esa noche, en la que se escapó y me fundí en otros brazos, entre otras piernas; y mientras él pedaleaba de vuelta a casa, yo subía, bajaba, jadeaba y me corría feliz en una noche vuelta inesperadamente soleada.

Hechicero

Rodeado de pucheros, brebajes,
botellines y copas en los que vertirlos,
un hechicero
volvió a abrirme las puertas de su casa y de su cocina, embrujadas con una mezcla de libertad, carnalidad y felicidad contagiosa, palpable en sus múltiples y amados invitados,
que entran y salen,
se besan y acarician,
beben, bailan y charlan
alrededor de una mesa de madera llena de transformaciones alquímicas.
Dentro de sus paredes, se suceden conversaciones ideas sueños orgasmos de una habitación a otra
Fuera, las calles de Madrid se convierten con él en un laberinto de historias susurradas
sobre conventos con novicias poseídas por confesores para ser desposeídas del diablo (San Plácido),
reyes promiscuos (Felipe IV en cabeza),
hilanderas mitológicas, familias disfuncionales, tetas y orgías (El Prado),
iglesias de gran belleza oculta (de los alemanes),
escaleras que ascienden a azoteas con vistas inesperadas (secreto) y descienden a maquetas increíbles de la ciudad preborbónica (Museo de la ciudad de Madrid), entre otros.


Mil gracias por tanta generosidad.