domingo, 17 de enero de 2010

El chalecito

Bum bum bum bum bum bum bum bumbumbum


El corazón se me aceleró y reconocí el miedo a las primeras veces. Pero pensé que si apagasen la música, si callasen las voces de todos los que nos miraban, podría escuchar otros cinco corazones palpitandocon rapidez.


Ninguno de los seis habíamos ido nunca a un club liberal (o de intercambio de parejas) y nos amontonamos en una esquina de la barra, mientras los demás olían la carne fresca y daban vueltas alrededor.


El pirata fue el primero en correr la cortina de la que salían -y volvían a entrar- cuerpos cubiertos sólo poruna toalla blanca, y cuando reapareció, después de beber la segunda copa de un sorbo, le seguimos asustados.


Bumbumbumbumbum



Nos sentamos en el colchón más cercano a la cortina, por si había que salir corriendo, y apuramos la tercera copa con la necesidad adolescente de armarse de valor con alcohol. Muy cerca, una chica follaba a su pareja con un movimiento de caderas rítmico, suave, insaciable... y acabó aceptand un rabo desconocido en su boca, después otro y, finalmente, los dos a la vez, mientras seguía cabalgando sobre su novio, que tenía los pantalones por las rodillas y la agarraba con fuerza del culo, una imagen que resurgió en muchas noches siguientes...


U. se acercó a ellos. El pirata también. Yo sólo un poco.


Pero después del cuarto cubata nos (des)vestimos con el uniforme de toalla y chanclas, dejamos la ropa en la taquilla y nos sumergimos en la piscina, donde empezamos a comernos la boca de dos en dos y acabé trepando hacia el borde, apoyando la espalda contra la pared y obligando al pirata a comerme el coño mientras una docena de ojos nos observaban y yo me corría en su boca.


A partir de allí, desapareció la última gota de vergüenza...

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