jueves, 25 de junio de 2009

Still walking, de Kore-eda

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Destrucción mutua asegurada entre cuatro paredes.

miércoles, 24 de junio de 2009

Violación marital

El protagonista de La piedra de la paciencia es un yihadista afgano que se ha quedado en coma. Su mujer le cuida y, por primera vez desde que están casados, puede hablarle sin que él la expulse de la estancia o la interrumpa.

“Cuando estuvimos juntos por primera vez en la cama, esa noche, yo tenía la regla. No te había dicho nada, y creías que esa sangre era la señal de mi virginidad. AL ver la sangre estabas contento, orgulloso. Cuando se lo dije a mi tía me aconsejó no contarte nada... Me sentí morir. Era virgen pero tenía auténtico miedo. Me preguntaba qué habría pasado si ese día no llego a sangrar. Habría sido una auténtica catástrofe. Hacer pasar la sangre impura por la sangre de la virginidad fue una idea genial, ¿no? Nunca he comprendido por qué para vosotros, los hombres, el orgullo está tan ligado a la sangre”.

“Pero, ¿te acuerdas una noche, al principio de estar juntos, que llegaste tarde a casa? Completamente borracho. Había fumado. Yo estaba dormida. Sin decir una palabra, me bajaste el pantalón. Yo me desperté. Pero hice como que dormía profundamente. Tú me... penetraste... gozaste como quisiste... pero cuando te levantaste para lavarte, ¡te diste cuenta que tenías sangre en la polla! Furioso, volviste y me estuviste golpeando hasta bien entrada la noche, porque no te había avisado que tenía la regla. ¡Te había ensuciado!, decías, ¡Te había convertido en impuro!, ríe."

La mano, en el aire, agarra los recuerdos, se cierra y baja para acariciarse el vientre.

Con un gesto brusco, desliza su mano bajo la túnica, entre los muslos. Cierra los ojos. Respira profundamente, dolorosamente. Se introduce los dedos entre las piernas con violencia, como si fuese a clavarse un cuchillo. Conteniendo la respiración, retira la mano con un grito ahogado. Abre los ojos, se mira las uñas: están mojadas. Mojadas de sangre. Pone la mano ante la mirada ausente del hombre.

"Mira, sigue siendo mi sangre. Limpia. Entre mi menstruación y la sangre limpia, ¿qué diferencia hay? ¿Qué tiene esa sangre de repugnante? ¡Tú has nacido de esa sangre!¡Está más limpia que tu limpísima sangre!" Y le restriega los dedos por la barba.


ATIQ RAHIMI, La piedra de la paciencia (Siruela).

Es un libro muy delicado, que te desgarra por dentro.

Hace poco entrevisté a la diputada afgana Azita Rafhat y me dejó sin habla escuchar que pese a tener dos carreras sus padres la casaron con un hombre analfabeto y más aún que necesitase su autorización para trabajar.

Un gigante rubio sobre ruedas

Imposible no verle. Era uno de esos gigantes rubios noreuropeos, cuya cabeza sobresale palmo y medio entre todas las demás. Cuando le vi, en el pasillo de las literas del estrella Costa Brava, sus brazos desproporcionadas levantaban con facilidad una bicicleta y varias alforjas por encima de los pasajeros. Segundos antes de adelantarme, clavó sus ojos oceánicos sobre mí y su sonrisa tomó dimensiones africanas, atravesándole de un lado al otro de la cara.

Poco después, en una de las mesas del vagón-restaurante, escuchaba su historia.

Se llama Hans y su Gobierno belga le da 300 euros mensuales durante la excedencia como profesor de secundaria. Con ellos, lleva once meses y medio recorriendo un trocito de África en bicicleta, alojándose y comiendo en casas de la gente hospitalaria que conoce por el camino o durmiéndose solo bajo las estrellas, haciendo amigos que le acompañan una parte del camino, intercambiando clases de wolof por clases de inglés, conociendo grupos de música senegaleses, compartiendo su música occidental, deteniéndose unas semanas cuando le apetece...

viernes, 12 de junio de 2009

La revuelta obscena 4

Ya hay fecha: el 4 de julio. Y uno de los platos fuertes tiene una pinta excepcional:

16h.30 - 17h.30, Taller: Cómo follarse una trans.
Por Alira Araneta (La acera del Frente, Madrid).

Evidentemente será como follarse a Alira, jaja.. Pero antes que eso quiero hacer un repasito a mi currículum de cama, porque desde luego he tenido experiencias que son de libro con gente que se ha sentido atraída/repelida/cuestionada por el sólo hecho de mi presencia física.. Son ejemplos muy ilustrativos del puto poder heteropatriarcal, situaciones y personas patéticas que me he encontrado, y que necesito exorcizar... Asi k primero vomitona de rapapolvos, y luego si eso... Lo de tirarse a la menda.


- Alira Araneta

www.pornolab.org

D.

No estaré. El pirata no estará. Y nuestra casa probablemente se convertirá en el epicentro de una nueva orgía de perras.

No sé si siento más rabia o envidia, envidia o rabia, rabia y envidiaaaaaaaaa...

Mucha mierda!
m.

Pajas con desconocidos

Hace calor. No puedo dormir, ni siquiera con la ventana abierta.


Así que, bajo las sábanas, como un puzzle, las diferentes partes del cuerpo memorizado hace un rato van ensamblándose en mi cerebro:


pelo rizado, ojos oscuros, nariz grande, labios gruesos, torso fuerte, cintura inquieta, piernas atléticas, pies movedizos.


Cuando se acerca, el cerebro empieza a enviar señales eléctricas al coño, donde se convierten en un hormigueo que atrae irremediablemente a mis dedos, que lo recorren de arriba abajo y lo golpean a veces suave, a veces fuerte, enviando señales eléctricas de vuelta al cerebro que desactiva el centro de ansiedad, activa el de placer,


y convierte la presión de mi mano en su rodilla, mis dedos en los suyos, aumenta el riego sanguíneo entre mis piernas y moja el tanga, que él empuja hacia dentro con los dedos, haciéndome gemir,


para entonces ya estoy convencida de encontrarme en un bar oscuro, sentada sobre un taburete sin importarme demasiado si alguien mira cómo me dejo meter mano, cómo me retira el tanga y


click,


me mete de golpe el rabo, obligándome a ahogar un grito y, ordenándome que me esté quieta, me presiona el clítoris mientras los estímulos nerviosos suben y bajan como locos por el nervio vago, segrego testosterona y noto cómo el coño me palpita más y más fuerte hasta que exploto como un volcán, a la vez que el cerebro libera un cóctel de oxiticina, serotonina y dopamina.


Click.


Desaparece. Y me doy cuenta de que ni siquiera sé su nombre.

Gintonics con vampiros

Me perdí las primeras cervezas y para cuando llegué a la Casa del Pez iban ya por su segundo gintonic con pepino y el final de un gramo.

La diferencia de sustancias tóxicas entre sus venas y las mías no impidió que a los cinco minutos me sintiese atrapada en su conversación alterada y sus risas y desease no irme nunca de allí. Pero, mientras saboreaba un raro cóctel de ginebra con limón, naranja exprimida y hierbabuena, les observaba sabiendo que me iría a casa y ellos seguirían deambulando, insomnes, por los antros de Madrid.

Instintivamente, memoricé a un desconocido que bailaba al final de la barra por si lo necesitaba después.

La soledad de los números primos

Entre los números primos hay algunos aún más especiales. Los matemáticos los llaman primos gemelos: son parejas de números primos que están juntos, en realidad casi juntos, porque entre ellos hay siempre un número par que les impide tocarse de verdad.


Números como el 11 y el 13 o el 17 y el 19. Parejas como Alice y Mattia. Amigos adolescentes con los que la relación era demasiado especial para pasar de un beso fugaz.

Empollona, conejo, gafotas, retrasado, maricón

puta, bicho raro, fragel, pinocho, vaca, plancha, pelota, enana, llorón...

¿Te insultaban o insultabas en el patio del colegio? ¿Eras de esos que llegaban a casa y sus padres leían en el cuaderno "no le gusta jugar en grupo, en el recreo se queda al margen de sus compañeros", de los que la profe escribía "es muy sociable, tiene capacidad de liderazgo, todos le siguen en las actividades de juego" o de aquellos sobre los que, un día tras otro, había poco más que añadir excepto "progresa adecuadamente"?

Los protas de La soledad de los numeros primos (de Paolo Giordano) son del primer grupo. De esos que dificilmente vas a reencontrar en el Facebook. De los que cuesta recordar el nombre.

Me ha encantado el libro.

domingo, 7 de junio de 2009

El Partido Pirata desembarca en Europa

En medio de la victoria aplastante de la derecha, pequeñas aldeas de irreductibles europeos resisten al invasor.

El Partido Pirata sueco, con el 7,4% de los votos suecos, se ha convertido en la quinta fuerza política del país. Creado hace tres años por el informático Rickard Falkvinge, el Partido Pirata defiende la reforma de las leyes de copyright y patentes, reforzar el derecho a la privacidad y una UE más democrática y transparente.

miércoles, 3 de junio de 2009

Opening fiesta Space 2009

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Hacía meses que no bailaba bailaba bailaba bailaba bailaba bailaba durante ocho horas seguidas sin parar,
sin cansarme
y deseando más...

Lástima que todas las fotos hayan salido desenfocadas (mamá, no preguntes por qué)


bye bye tokyo

Volveré.
Espero que volvamos.

Tokyo after midnight

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Como en cualquier metrópoli occidental, en Tokio se pueden destrozar las zapatillas de baile saliendo de fiesta hasta el amanecer.

Pero en pocos sitios más puedes karaokear con tus amigos en una sala privada a las cuatro de la mañana,

encerrarte en un cubículo a leer manga tumbado en un sofá,

hacer botellón, quedarte dormido y al despertarte tomar una ducha en un cibercafé,

elegir en una máquina expendedora entre una habitación de hello kitty, una sadomaso u otra de héroes manga en las que retozar con tu amante durante varias horas,

alquilar un coche antes de que salga el sol e ir a ver el monte Fuji,

contemplar Tokio metido en una bañera de madera de ciprés con el agua a 40 grados,

recibir un masaje después y quedarte dormida entre japonesas que han perdido el último tren,

ver una película en la pantalla más grande de Asia cuando la mayoría de tokiotas empieza a levantarse,

poder probar un centenar de juegos de la playstation,

unirte a una competición de ping-pong,

o, simplemente, tomar un café humeante y leer un libro sin prisas, emulando a la protagonista de After dark.

La fot impresionante es de Kaidohmaru

Los jardines zen de Kioto

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Que representan el centro del Universo budista, que imitan las ondas de agua, que imitan montañas, cascadas, lo que queráis...

Sólo aprendí que los jardines zen son para saborearlos muy despacio
e irse despertando en silencio antes de que llegue nadie más.

Habitación de 20 tatamis

Las preciosas montañas del valle de Kiso se colaban por los ventanales de esta enorme habitación, la mejor del viaje:

Cena kaiseki

¿Alguna vez han cocinado para ti un festín de 14 platos y te han ido sirviendo uno a uno, explicándotelos con detalle, mostrándote cómo hay que comerlos y siendo incapaz tu anfitrión de no mirarte de reojo para ver cómo los saboreas todo y lo disfrutas?

El rijoso propietario del ryokan Fujioto de Tsumago, emocionado por encontrar a una bella signorina en ese pueblo remoto de Japón con quien practicar su italiano, preparó este banquete inolvidable:

Carpaccio de ternera tiernísima

Un maki de arroz rosado, de una variedad de principios del siglo pasado recuperada recientemente

Abejas cocinadas en miel, salsa de soja y sake, a las que se atribuyen propiedades afrodisíacas

Tempura de hierbas de la montaña, recolectadas esa misma tarde por su mujer

Un tomate de los mejores que he probado en los últimos años, de una variedad autóctona de la costa oriental japonesa, traído expresamente para la cena

Ternera laminada y setas en shabu shabu con salsa de mostaza

Perca negra cocinada durante 24 horas con salsa de soja y sake para que se pueda comer de la cabeza a la cola sin que se noten las espinas

Pincho del primer arroz recolectado con salsa dulce, la comida con la que los campesinos locales celebran desde hace décadas una buena cosecha

Soba (fideos de trigo negro) fríos mojados en salsa de soja con wasabi

Dos trozos de tofu recién hecho con salsas miso distintas por encima

Tallos de bambú crujientes

Shiitake, maitake y bunashimeji fritas con hierbas japonesas y con un cierto toque picante final, uno de los platos de setas más deliciosos que he comido en años

Gelatina de judías rojas

Y un surtido de frutas, entre las que había un par de fresas que tenían un sabor que creía que ya no existía.

Llevé la cámara pero se me olvidó usarla. Y tras el último bocado, se me saltaban las lágrimas.

Regreso al siglo XIX

Llegamos al valle de Kiso una tarde que diluviaba, rodeado de tupidos bosques de cedros, alerces y cipreses japoneses, entre los que discurre el camino Nakasen-do, que hace dos siglos recorrían los correos entre Edo (antiguo nombre de Tokio) y Kioto. En medio del valle, anclada en el tiempo, sobrevive Tsumago, una de las 69 postas del antiguo camino donde, en las noches lluviosas, las linternas se reflejan en sus calles húmedas desde hace décadas y no se oye más que los pasos errantes de algún caminante enamorado.