Me perdí las primeras cervezas y para cuando llegué a la Casa del Pez iban ya por su segundo gintonic con pepino y el final de un gramo.
La diferencia de sustancias tóxicas entre sus venas y las mías no impidió que a los cinco minutos me sintiese atrapada en su conversación alterada y sus risas y desease no irme nunca de allí. Pero, mientras saboreaba un raro cóctel de ginebra con limón, naranja exprimida y hierbabuena, les observaba sabiendo que me iría a casa y ellos seguirían deambulando, insomnes, por los antros de Madrid.
Instintivamente, memoricé a un desconocido que bailaba al final de la barra por si lo necesitaba después.
viernes, 12 de junio de 2009
Gintonics con vampiros
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario