De cuerpo gelatinoso y forma indefinida,
el AcumulaLadrillos es sobre todo una inmensa boca, un buzón de dimensiones inabarcables, superiores incluso al Río de la Plata en su desembocadura, por la que engulle a diario toneladas de ladrillos que financió con alegría y desparpajo durante la burbuja, los inquilinos expropiados que no pueden pagarlos, políticos empequeñecidos, suculentos rescates multimillonarios, trabajadores que ya no necesita e incluso bancos enteros, comprados de oferta en el mercado o incluso regalados.
Pareciera que en un momento dado ya no le cabrían más ladrillos, que se empacharía y tendría que vomitar, que se ahogaría en arcilla y cemento, que reventaría y sobre su tumba bailarían los sin trabajo ni techo liberados, pero pasan los días, los meses, los años y el monstruo sigue engullendo y creciendo, creciendo y engullendo.
Ese AcumulaLadrillos lleva años enviándome cartas por Navidad y otras fechas en las que me reclama 20 euros y me amenaza con sus abogados. Seguirá amenazándome y carteándome. Tranquilo él, tranquila yo.
Si le tuviese delante le regalaría este delicioso cuentito:
lunes, 24 de diciembre de 2012
El AcumulaLadrillos y Caperucita
Publicado por minimono en 15:54
Etiquetas: criaturas terroríficas, cuentos, navidad
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