Dolores Fonzi, Paulina en La patota, se desprende de la piel de víctima y se viste la de heroína, defendiendo la soberanía sobre su cuerpo y su mente ante quienes la quieren, pero no comprenden su decisión. Ante juicios y presiones, Paulina se mantiene firme y arrastra a quien la observa (enamorándote irremediablemente). No desobedece una orden, sino un orden, dice Claudia Acuña, y ese lugar donde el director, Santiago Mitre, clava el cuchillo, en el diálogo entre feminismo y clase social, hiere al espectador y lo ahoga en preguntas.
Voy a dar clases en este Máster a partir de septiembre
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