sábado, 3 de mayo de 2008

La masia de Can Sidret

Atraviesas el ciprés fúnebre y llegas al paraíso. Sólo queda el mar, muy lejos, escondido entre la bruma, y una montaña, otra, otra y otra, cada vez más próximas, por las que tirarse rodando y llenarse el pelo y la ropa de tomillo, flores y hierba. Más cerca aún, tanto que lo puedes tocar, crece un olivo que me hizo pensar en la Sicilia de Camillieri y una mimosa ya sin flores bajo la que plantamos dos tumbonas y empezamos a planear cómo no regresar.

0 comentarios: