domingo, 30 de diciembre de 2007

La falta y el exceso

Algo ya se había descompuesto en mi familia antes de mi nacimiento. Mi padre ya tenía su enfermedad, el sexo. Al parecer la había contraído en la pubertad. Al parecer los suyos lo echaron por esa razón. Es verdad que se nota a primera vista que se trata de un hombre siempre al acecho. Acosa sin hacer distinciones. Faldas, almalafas, hijabs... La edad no importa mucho. Tampoco el lazo de parentesco.

Cuando no hay ninguna mujer cerca, sueña con ella. Glotonamente. Recogido en sí mismo, eructa y ronronea. Se echa hacia atrás el turbante. Se rasca la frente. Pasa una mano febril por todo su cuerpo, la hunde en el fondo de su saroul. Sus ojos se consumen. Su bigote se estremece.

A mi madre no la conocí. Mi infancia está marcada por su ausencia tanto como los excesos de mi padre. La falta y el exceso. Dos enormidades opuestas y sin compensación.

Así arranca Sueños y asesinos, un libro fuerte de la escritora argelina Malika Mokeddem.

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