domingo, 17 de enero de 2010

Jipi profesional

Mierda.

No doy la talla como jipi profesional (el cabrón del pirata dice que ya lo sabía, que soy una princesa).

No soy capaz de dormir en una fragoneta lata de carga -con las ventanas tapiadas- donde no entra la luz del sol. Además, el colchón hinchable se hunde. Hay gente fuera que no se calla. Y el pirata ronca. Le despierto sin compasión de un codazo, pero se da la vuelta y vuelve a roncar. Miro el reloj por enésima vez, pero sólo son las cuatro. Aún no ha amanecido, me estoy meando y no puedo salir porque hemos aparcado en la plaza de botellón de Viseu. Intento leer. Vuelvo a mirar el reloj. Han pasado sólo cinco minutos pero no se oye nadie. Salgo y meo a lo perro. Vuelvo a entrar. Me acoplo a lo cuchara e intento dormir. Me giro, se gira. Intento dormir. Se gira, me giro. Cuento ovejitas. Pienso en los ejercicios de relajación de yoga. No way.

Sólo me tranquiliza pensar que cuando finalmente amanezca abriran las pastelairas, llenas de cafe com leite y bolos deliciosos.

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