Con muchos años a cuestas, pasa por la calle como un torbellino, sonriendo, cantarina, arrastrando todas las miradas hacia su chillón vestido rojo, que contrasta con la profunda oscuridad de su piel y el brillo dorado de los grandes pendientes. Irremediablemente cubana, imagino.
viernes, 7 de septiembre de 2007
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