miércoles, 24 de junio de 2009

Un gigante rubio sobre ruedas

Imposible no verle. Era uno de esos gigantes rubios noreuropeos, cuya cabeza sobresale palmo y medio entre todas las demás. Cuando le vi, en el pasillo de las literas del estrella Costa Brava, sus brazos desproporcionadas levantaban con facilidad una bicicleta y varias alforjas por encima de los pasajeros. Segundos antes de adelantarme, clavó sus ojos oceánicos sobre mí y su sonrisa tomó dimensiones africanas, atravesándole de un lado al otro de la cara.

Poco después, en una de las mesas del vagón-restaurante, escuchaba su historia.

Se llama Hans y su Gobierno belga le da 300 euros mensuales durante la excedencia como profesor de secundaria. Con ellos, lleva once meses y medio recorriendo un trocito de África en bicicleta, alojándose y comiendo en casas de la gente hospitalaria que conoce por el camino o durmiéndose solo bajo las estrellas, haciendo amigos que le acompañan una parte del camino, intercambiando clases de wolof por clases de inglés, conociendo grupos de música senegaleses, compartiendo su música occidental, deteniéndose unas semanas cuando le apetece...

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