miércoles, 8 de febrero de 2012

Al otro lado del charco

Se antoja linda Buenos Aires.
Es un lujo poder pasearla semi-cerrada por vacaciones, casi-vacía y ligera de ropa.

Van de europeos, lo que tú digas, pero por las calles se respira ese ritmo lento en el que viven los países excluidos del club de los desarrollados, se regalan sonrisas, se reciben ofertas de ayuda e incluso números de teléfonos y direcciones.


Se van las horas frente a una taza vacía en un café sin sentir miradas incómodas, al atardecer los parques se llenan de abuelos jugando al ajedrez y de gente tomando mate y aparecen teatros y librerías en mitad de la nada.


Y sí, de entrada Buenos Aires parece cara, recara, no tengo ni idea de cuanto podremos vivir aquí, pero hasta entonces la gocemos de lo lindo.

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