miércoles, 26 de septiembre de 2012

Hemos triunfao


Eso exclama mi amiga Tina con frecuencia, después de lanzarnos a hacer algo. No sabe la acogida que tendrá ese nuevo proyecto, apenas iniciado. Resulta tan nuevo que siempre parece una locura. Por eso, solo por haberlo intentado, por demostrar que era posible, Tina exclama: "hemos triunfao". Te lo dice porque te propone hacer cosas como si no tuviésemos nada que perder. Te lleva a una hermosa situación, aquella en la que una derrota digna se convierte en un verdadero triunfo: de los que nunca, jamás, te pueden, te podrán arrebatar. Y, como Tina es ante todo generosidad, lo que te proponía era un don, un regalo: sin derechos de autor, apenas firma.

Lo mismo le dijo mi hijo de cinco años al único profesor de su escuela que se mantuvo en huelga indefinida durante siete días. Es cierto que aleccionado por la breve chapa (juro que no fueron más de tres frases) que le dimos otro padre y yo. Debió de meterles el mismo rollo a sus compas en cuanto entró en clase. Les escuchó su profesora, los reunió y llamó a Rafa. Los niños le dijeron: "gracias por defender nuestra escuela".


A todos los empujados, apaleados y pisoteados ayer: gracias. Gracias porque cada una de esas agresiones es una grieta más del búnker en que el Gobierno convirtió al Parlamento. La derrota se transformó en triunfo. El Gobierno no dimitió, pero mostró su verdadera cara: la del Alien. La bestia que, dice Isaac Rosa, habita ya las instituciones. Y que, añado, debemos combatir sin que penetre en nosotros, sin que le ayudemos a reproducirse.
Victor Sampedro en Público.

Horas y horas con gente cogida de la mano, sin soltarse, formando una gran cadena humana frente a un Congreso aislado, totalmente fuera de la realidad. Hemos triunfao.