Una lectora critica la explotación en el cine pornográfico. Rafa Reig saca el lápiz y contesta. Su respuesta sigue siendo lo primero que busco al abrir el periódico:
El Festival de Cine Erótico se ha trasladado a Madrid y con él las expectativas de bonanza para este sector esclavista del sexo. Madrid o Barcelona, Bruselas o Estambul, en todas partes se despliega el dominio de la parte más baja del hombre con fines de explotación. Explotación para los que se venden, explotación mísera y delictiva para los que negocian con el cuerpo humano como con una mercancía al abasto de oscuras pasiones. La pornografía en sentido estricto no es más que un abajamiento moral de la persona: pobres mujeres y hombres que se prestan a formar parte de la rueda de los deseos desenfrenados.
María Ferraz Barcelona
No sé si en el cine erótico o pornográfico hay mucha explotación. A lo mejor sí. En cambio sí sé que se explota mucho a los tele-operadores, a las cajeras o a los moto-mensajeros, entre otros muchos empleados. Como usted, estoy en contra de la explotación en todos esos sectores esclavistas y también en el cine porno (si es que hay mucha explotación allí). Luchemos contra la explotación, María, allí donde se produzca, incluso en la industria pornográfica.
Por lo demás, todos “negocian con el cuerpo humano como una mercancía”: los empresarios compran nuestra fuerza de trabajo, nuestro tiempo, nuestro cansancio y hasta nuestras diminutivas esperanzas.
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