Como no podía ser de otro modo, en Tokio las bicicletas son mucho más numerosas que los coches. Y millones de ellas circulan cada día por sus (amplias) aceras y parques, por los callejones y por el lado izquierdo de las carreteras, sin que a nadie le llame la atención.
Por descontado, nadie intenta robarlas, así que basta con apoyarlas contra una pared e inmovilizar la rueda trasera con una simple arandela.
Igualito igualito que Madrid.
Creo que se nota lo mucho que he disfrutado hoy:
YO SOY LA PRIMERA Y LA ÚLTIMA
-
Retiro: YO SOY LA PRIMERA Y LA ÚLTIMA.
Límites del arte contemporáneo en relación al goce, el placer y el éxtasis.
Imparte: María Llopis
Fecha: 4 al 6 de A...
Hace 2 meses
1 comentarios:
Qué mona!
D.
Publicar un comentario