miércoles, 22 de agosto de 2012

Petróleo de BP por tierra, mar y área

El 20 de abril de 2010, una potente explosión destrozó la plataforma de BP Deepwater Horizon en el Golfo de México. La plataforma se hundió, pero en su lugar apareció una inmensa mancha de petróleo que creció y creció y creció hasta alcanzar las costas de Luisiana y convertirse en uno de los peores vertidos de la historia.
Sin embargo, igual que ocurrió con el Prestige, pasados unos meses los medios informaron que se había logrado taponar el origen de la fuga y poco después, las cámaras enseñaban aguas, playas y gaviotas libres de petróleo.
"Parecía que había desaparecido, pero no era cierto, se trataba de un truco a lo David Copperfield, distorsionando la realidad", me explicó el director australiano Josh Tickell hace unos días cuando le entrevisté por su participación en el Green Film Festival.
Y la realidad, como muestra en su espeluznante documental The Big Fix (el gran amañamiento), es que el petróleo sigue por todas partes:



Por tierra
Tickell y su mujer, Rebecca Harrell, sólo tuvieron que meter la mano en las playas más próximas para comprobar que el crudo seguía allí, oculto por una fina capa de arena.

Por aire
Burlaron las restricciones de empleados de BP de aproximarse al epicentro de la catástrofe medioambiental gracias al bote de un pescador, que les acompañó. Sólo después del paseo supieron de qué se trataba el fuerte olor que se respiraba: Corexit. Un potente disolvente (tan tóxico que lleva una década prohibido en Reino Unido) que rompe el petróleo en diminutas gotas, que se evaporan y arrastradas por el viento llegan a las costas, metiéndose en los pulmones de quien las respira. A raíz del paseo en barca, hace ya dos años, Harrell tiene una fuerte tos, erupciones cutáneas y no puede exponer su piel al sol. Los residentes tienen, además, llagas en todo el cuerpo.

Por mar
BP roció toneladas de Corexit desde aviones, pero también de forma subacuática, consiguiendo que el petróleo se hundiese y quedase oculto a simple vista para los humanos, pero no para la (cada vez más escasa) vida acuática que intenta sobrevivir allí, tal y como explican oceanógrafos entrevistados en el documental.

En la explosión murieron once trabajadores y aunque se ha demostrado que BP incumplió varias normativas de seguridad, su director en 2010, Tony Hayward, sigue libre, al pie del cañon y dando órdenes: este año se espera que gane más de tres millones de euros.

Como posdata sólo añadir que Luisiana, uno de los lugares del mundo con mayor número de refinerías de petróleo por kilómetro cuadrado, es también el origen de gran parte del marisco que se consume en EEUU. Ahí queda el dato.

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