domingo, 12 de agosto de 2007

Criaturas fantásticas III

El viernes acogí en casa a un amigo osteópata de mi hermano y me atrapó en una conversación tan intensa como inesperada mientras bebía té en la taza más grande del mundo. Al despedirse al día siguiente me dijo que tenía casa en Laussane cuando quisise y me dio una tarjeta de visita que era también un vale de regalo por un masaje. Volvía a Suiza haciendo autostop y para atraer la atención de los conductores desplegaba una enorme sonrisa de papel recortada y hacía gestos circenses detrás de ella.

2 comentarios:

confin dijo...

Que acojone de tío, cuántos accidentes provocó?, llegó a Suiza con esa sonrisa en la boca?

minimono dijo...

Provocó más accidentes que los carteles de topmodels gigantes de Paseo de Gracia contra los que se empotraban los conductores babeantes. Pero llegó a Suiza vivito y coleando y con pancarta-sonrisa a cuestas.