lunes, 7 de enero de 2008

Contra los veintitantoscentimetreros

A las tías les gustan las pollas de veintimuchos centímetros. Sí, claro. Yo soy tía pero estoy loca. Por eso, digamos que no eran 20 sino 19 ó 21 los de la última polla muy grande que tuve empalmada delante de mí. Su propietario, orgullosísimo y andaluz para más señas, me miró con cara de me encanta tenerla tan grande, ven, acércate a verla pero antes de que se hiciese realidad farfullé una excusa y me fui.

No es que no me gusten las pollas descomunales, me vuelven loca para fantasear con ellas, ponle 25, 35 o muchos más, aunque tengo que reconocer que incluso fantaseando a menudo prefiero las de los dibus manga, que se multiplican, se agrandan, se estiran, desaparecen, se enroscan, vibran, te tiran contra techos, paredes y ventanas y mil y un movimientos más.

En la práctica, hasta que me reencarne en hembra golfa cachonda insaciable profunda de las secciones de contactos, no me mola acabar con la boca y el coño necesitados de tiritas después de sólo uno o dos polvos, más que muy de vez en cuando*. Pero lo que menos me gusta es la actitud generalizada entre los veintitantoscentimetreros de qué suerte tienes, te voy a volver loca de placer porque tengo una polla enorme. Y su pose chulesca, a la espera de que te abras de piernas para clavártela en plan tuneladora de las obras del AVE sin estudios geológicos previos.


* Con los jugadores de la NBA más altos, más animales, con tatuajes y cicatrices haría una excepción. Varias incluso.

2 comentarios:

Karma Peiró dijo...

És genial, Mar.
Crec que sí, que amb els jugadors de bàsquet de la NBA podries fer alguna excepció ;-)

Anónimo dijo...

Jajajaja...

Me ha encantado!

Es verdad que los tíos somos a veces así de gilipollas!