martes, 18 de agosto de 2009

Calor y polvo

Calor y polvo. De esa mezcla pringosa está hecho Kabul en agosto. Se adhiere a la piel, a la ropa, a los coches, a los árboles, a los edificios... y no deja nada, excepto los extranjeros con menos de cinco segundos en la capital afgana, sin teñir de monocolor pólvico.

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