martes, 18 de agosto de 2009

Refugiados

Mi compañera de avión hacía nueve años que no pisaba Kabul.

“La vida que tenía en Afganistán desapareció, los talibanes la destrozaron. Mi marido, mis hijos, mis hermanos y yo huimos sin nada, sabiendo que lo habíamos perdido todo. Pero ahora me avergüenzo del Gobierno corrupto que hay en mi país. Si no fuese por mi madre, que sigue viviendo en Kabul, no volvería nunca más a Afganistán”, me dice en la fila 23.

Horas más tarde, cuando el avión empieza a descender, mira por la ventanilla. Se le cae una lágrima. Luego otra. Le resbalan por la mejilla. Le mojan su bonito velo rosa. Y me sonríe con timidez, confesando: "me he emocionado". Quizás sí que se alegra de volver.

2 comentarios:

Tina Paterson dijo...

Acojonado estoy, aquí en SP.
Un beso enorme, eres mi heroína.
D.

Karma dijo...

Des de Barcelona et seguim. Et llegeixo a Público i acabo de passar pel teu blog a veure si deixes més impressions aquí.
Continua escrivint..
una abraçada, guapa!