sábado, 8 de diciembre de 2007

Como el hierro al imán

Es inútil resistirse, me digo, al despertar en otra cama pensando en ti. Me muero sólo con imaginar que quizás no tienes el móvil encendido o no contestas o no quieres verme o simplemente no a secas. Pero al escuchar tu voz alegre con un hola guapísima es peor, mucho peor porque mientras bajo de tres en tres las escaleras del metro para verte sé que estoy perdida hasta la médula.

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