sábado, 29 de diciembre de 2007

Triángulo negro invertido

Los coños depilados me parecen infantiles, sin fuerza, de estrella porno artificial.

Dije algo parecido, con algunas cervezas encima, en una conversación rodeada de tíos y todos me llevaron la contraria con mayor o menor convicción: Es un placer comerse un coño rasurado, desde que lo probé, cuando veo uno me lanzo directo, ¿Tenemos delante a Mr. Pussy?, me preguntó en voz baja y excitada la otra tía del grupo, en referencia a un episodio de Sexo en Nueva York, Son más suaves y resbaladizos, Se pueden observar mucho mejor, Me encanta el sonido que hace cuando follas, es mucho más nítido.

¿Más nítido?, me fui a casa pensando en ese matiz y al comentarlo con un amigo me dijo que era cierto siempre que el tío también estuviese rasurado y añadió que a ellos les molaba afeitarse para verse el rabo más grande.

La conversación pasó a un cajón cerebral hasta que esta tarde se repitió con un grupo de lesbianas de la urbanización naturista: Si me encuentro un coño todo peludo me muero del susto, yo hace años que me lo depilo, afeitármelo sólo me lo afeité una vez porque después te mueres del dolor, hay que hacérselo con cera, A mí me gustan muy arregladitos, con algo de pelo pero muy cortitos, es más higiénico y estético, Yo era una feliz peluda-coñil pero una vez me obligaron a depilarme y me gustó mucho la sensación, Las hetero sois mucho más reprimidas en esto.

¿Más reprimidas?

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