Próxima parada: mi cama rica, pienso ingenuamente -con las neuronas ya recogidas bajo el edredón- el primer lunes que me encuentro por las calles madrileñas a las tres de la madrugada. Pero, para mi perdición, lunes tras lunes, martes, miércoles... quienes me acompañan pronuncian direcciones que no coinciden con la de mi portal: un día es ¿Conoces la sala BarCo en Malasaña?; otro, Venga, niña, vamos a echarnos unos bailes flamencos al Candela en la c/Olmo; el siguiente, Podéis ir ahí, nos recomienda el taxista señalando el Templo en Bravo Murillo, un antro con decoración egipcia que huele a vainilla; uno más, Primita, la última en el Moloko, donde nos arrancamos a bailar en la sala vacía y a sacarnos fotos como locos a lo asiático (los primos arriba, el pirata y yo abajo); aún otro, Estamos en el Travelling de la c/Olivar, donde se turnan para ir al baño y yo declino las invitaciones; y el último por ahora, Hemos quedado en el Strock, en José Abascal con Fernandez de la Hoz, un local para olvidar donde descubro demasiado tarde -cuando nos echan de allí a las cinco de la madrugada- que está a tan sólo un minuto de mis deseadas sábanas. Si no me mata mi madre al descubrirlo, me matará Madrid.
jueves, 20 de diciembre de 2007
Si mi madre se entera de lo que hago los lunes...
Publicado por minimono en 14:13
Etiquetas: nocturnidad y alevosía
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